miércoles, 18 de junio de 2008

Crónica de un sueño...

Una llamada, una hora, un lugar...
¿La persona?... Tú.
Debo prepararme, ¿un vino blanco y fresas?, ¡No! La última vez fue fatal, vodka o ginebra mejor, tomo un Absolut, unos jugos, mis cigarros, pago, y comienzo la caminata hacia el sitio acordado.
10 minutos temprano, no cabe duda que cuando a uno le interesa algo, puede ser muy puntual... debería ser siempre así.
No dejo de mirar el reloj, estúpidamente sé que no ha pasado un segundo antes de verlo de nuevo.
10:40p.m., es la hora de la cita, pero a penas son las 10:31 y los segundos y minutos pasan lento.
¡¡Vaya llamada!! Tú voz diciendo... Parque de por tu casa, a las 10:40 p.m., consigue algo de alcohol, te espero, y después sencillamente colgaste.
No cabe duda, eso era una cita... ¿Trabajo? No, no creo, no hay nada que hayamos platicado relacionado con trabajo, ¿Contarnos nuestras penas y aventuras?... ¿Recordar a detalle lo sucedido aquél viernes? ¡Qué sé yo!... sólo colgaste y ya!!
Intento mejor no pensar en los posibles motivos de tu llamada, de la cita, pero no puedo evitar dejar el reloj en paz... ¡¿Apenas un minuto?!... Mis manos comienzan a transpirar, digamos que estoy nerviosa, ansiosa, inquieta... me desconcierta no saber el por qué de esta reunión, seamos honestas casi no llamas, me saludas por el msn, platicamos, pero nunca llamas!!!... Intento despejar mi mente, del bolsillo de mi pantalón saco mi celular, reviso los mensajes, esperando encontrar alguno tuyo, dando explicación a tan extraño acontecimiento, no encuentro nada, busco en las fotos, algo de distracción, las llamadas en un intento por saber que si, que llamaste... después de cerciorar, encuentro en el menú, juegos, y comienzo una partida de pocker... al menos de algo sirve la tecnología, de otra manera estaría aburriéndome terriblemente y pensando y repasando cada palabra que dijiste. Parque, alcohol, 10:40 p.m.
No puedo evitarlo, veo la hora nuevamente, faltan sólo 3 minutos y mis nervios comienzan a aumentar. Pongo toda mi atención en el juego, y en instantes me asalta nuevamente la duda, ¿por qué tanto misterio?... ¡Basta!, no caeré en un juego de suposiciones nuevamente, dejaré que todo fluya... ya falta poco para que llegue.
A unos segundos de que la manecilla llegará al minuto cuarenta llegaste, detuviste el auto justo a un lado mío, tan pronto te vi, subí a la camioneta botella, jugos y cigarros en mano.
¡Hola!... Hasta que mire tu cara, deje de pensar que era la única nerviosa. ¿Cómo te va?, ¿Qué tal tu día?... comencé con algo natural, normal, evité de cualquier manera preguntar directamente los motivos del misterioso encuentro y provocar una situación incomoda para las dos.
Bien, muy bien, hoy vi a mi socio, a nuestro asesor, fue un día muy productivo, que es lo importante, ya sabes, esto del proyecto absorbe mucho de mi tiempo... concluiste.
Si, vaya que lo sé, me parece excelente que todo este dándose de manera positiva... comenté
No sabía en que momento preguntar, no sabía si preguntar... mejor deje que hablaras tú, y ver si entre tu conversación encontraba las respuestas que estaba buscando.
¿Qué tal el tuyo? Regresaste la pregunta.
Bien, muy bien, a decir verdad algo tranquilo, pero no me puedo quejar.
¿Aterrizaste ya lo de la galería?
En eso estoy, es algo complejo lo de las cláusulas, creo que acudiré con alguien que conozca más del tema para que me asesore, pero estoy trabajando en ello. ¿Estaremos dando vueltas en el coche mientras platicamos y bebemos?... No, espera... iremos a un lugar tranquilo para platicar y poder beber.
¡Excelente! Espero que ahí puedas contarme el motivo de esta reunión, dije mientras levantaba mi ceja en un gesto de extrañeza.
¡Ok! Cuando lo sepa te lo diré, te seré honesta... sólo tomé el teléfono y te llamé...
¡Bien! Eso suena más interesante, terminé mi frase y a este le siguió un silencio, el cual aproveché para preparar las bebidas.
Seguías conduciendo, en silencio, sólo se escuchaba la música de fondo y el líquido de la botella chocando contra el fondo y el crujir de los hielos, al verter el jugo también.
Puse tu vaso en el compartimiento para bebidas, le di un trago al mío para paladear que hubiera cierta armonía entre el vodka y el jugo... perfecto!! ¿Quedo bien el tuyo?...
Tomaste tu bebida, la probaste y sólo asentiste con la cabeza. Pasaron unos minutos y la calle oscureció por completo, y de pronto llegamos a un lugar lleno de árboles, sólo las luces del auto alumbraban aquél lugar.
El silencio era intermitente, platicábamos, guardábamos silencio, al rato continuábamos, mis manos inquietas como siempre comenzaron a estorbarme, en un intento por tomar tu mano, jugaba a subir y bajar el brazo de tu asiento, rozaba tu pierna de vez en vez.
Te veías bellísima esa noche, no quise incomodarte así que no externe el comentario, más no dejaba de mirarte.
Sólo por buscar una reacción, pique con mi índice tu estómago, sabía que te enojarías, pero los nervios me estaban delatando, necesitaba hacer algo, para hacer más dinámico el momento.
En el estéreo sonaba la canción “nada de esto fue un error” coincidencia... que sé yo. Tampoco quise comentar nada al respecto, pero sería mejor si ponemos algo de trova, comenté... mientras cambiabas el disco, servía el segundo vaso de vodka.
Bebías, observabas, comentabas, bostezabas... ¿tienes sueño?... pregunté
Si, un poco...
¿Quieres ir a descansar?
.... Cuando tenga ganas de irme a dormir, lo haré...
Perdón, sólo era un comentario
Sólo era una respuesta, concluiste con un gesto de superioridad que me recordó a las discusiones de niños, faltaba que sacaras la lengua.
Curiosamente esta vez sonreías más que de costumbre.
Sonaba Brazos de Sol con Cofraduo, y sólo molestar dije que me gustaba más con Silvio Rodríguez y como siempre, me cerraste la boca con un... Jamás la he escuchado con él.
Íbamos ya en el tercer vaso de vodka, el cual, debo ser honesta, fue el que me dio el valor para tomar tu mano, jugar con ella, acariciarla, recorrerla con mis dedos y viceversa.
Un río desbocado de emociones recorría mi cuerpo mientras jugueteábamos con nuestras manos... supongo que sucedía algo por el estilo en ti...
Todo estaba en plena quietud, sólo tu mano y la mía jugando, de pronto, como aquél viernes, me atacaron las ganas de besarte, pero ahora, a diferencia, de aquella ocasión, te sentí más en el momento, en el lugar, más presente y menos ausente, más dispuesta... me acerqué y te besé.
Correspondiste al beso con temor, con gusto, con ternura, con desesperación, con todo
Respiramos a momentos y nos robábamos y compartíamos el aliento, el oxígeno.
Las caricias volaban como palomas en la plaza, por tu cuerpo, por el mío... besos en tu cuello, tu cara, tu pecho... en instantes tu encima de mi, yo encima de ti... la ropa comenzó a volar, los asientos reclinados en su totalidad, tu cuerpo y el mío juntos brincando de lugar en lugar.
Tu y yo, la noche, la luna, un millón y medio de besos, de caricias, de todo y nada, dos cuerpos desnudos, dos almas sin ropa, sin disfraz, regalándose, soñándose, tocándose...
Recorría tu cuerpo con la mente, con las manos, con los labios, con todo aquello que puede sentir.
Tus gestos, tus ruiditos, tu respiración, tu gesto de satisfacción. Tus ojos, tu boca, tus manos, tu cuerpo... todo fue recorrido por mi.
Con mis manos y labios pinté laberintos invisibles en tu piel...
Cansadas caímos rendidas, tu y yo abrazadas y la noche abrazándonos a ambas hasta que la oscuridad clareo...Despertamos, miramos el reloj... no nos importó... continuamos haciendo el amor... hasta que el día nos llego.

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