martes, 10 de julio de 2018

No es de valientes vivir con miedo.
No es vida vivir con el miedo a perder a alguien.


viernes, 6 de julio de 2018

¿Cómo serme fiel?

¿Cómo serme fiel si te sigo siendo fiel?
¿Cómo ser leal conmigo misma si es más mi lealtad contigo?

A veces pienso en tomar mi camino y hacerme a la idea que coexisto en la misma ciudad, resignada a que no podemos estar juntas. No sé que es más valiente si quedarme o largarme o quizás estoy entre la valentía de arriesgarme y la cobardía de no irme por temor.

He intentado estar contigo de mil formas y con todas ellas me he conformado, "conformado" que palabra más asquerosa, siempre la he odiado y contigo me ha tocado reconocer que me he "conformado" con sólo verte y morderme los labios para no robarte uno y otro beso, mientras me platicas apasionada de tus ires y venires, de tu vida, de tus sueños de utopía.

Que he ansiando el momento en que, en algún mágico instante, pudiéramos hablar de un nosotros, de un nosotros que se esfumó sin previo aviso o razón lógica aparente, un nosotros que se quedó en el tintero, un nosotros en puntos suspensivos.

O quizás no fue el nosotros que se quedó volando en el aire, quizás fue un yo que se quedó esperando ese instante, que se quedó en un limbo alimentado de deseo, de amor, de caricias, de sueños por cumplir, de tu mano y la mía entrelazadas, de un tu y yo caminando en algún terruño a cierta edad.

¿Cómo serme fiel si cada vez que quiero correr regreso a ti y me pierdo a mí?
¿Cómo ser leal conmigo misma si cada vez que quiero volar busco tus brazos, a medias, tu compañía condicionada, tu tiempo limitado, tu misterio envidioso que no comparte?

Un estar limitado lleno de margenes y pautas qué seguir, bajo un control y un régimen de no decir, no tocar ¡no! a menos que  lo  amerite el momento.
Tragarme cada vez un te amo, disimular una mirada de deseo, una caricia y guardarla en los bolsillos, momentos, sorpresas atorados en pleno limbo, de una decisión que tomas a medias, que no tomas, porque ni cerca ni lejos, pero me quieres ¿me quieres? ¿cómo es que dices quererme?.

De alegrarme porque me has dado un momento, casi gritar eufórica porque: ¡me has dado un momento! y me has hecho sentir especial.
Sé que tengo más culpa yo y me apena  nutrir lo que no quiero y es odioso pensar que no concibo mi vida sin ti.
Así, a medias, así con una presencia que se llena de ausencias. Apenas avanzas un paso y retrocedes diez.
Así a medias... no concibo mi vida sin ti.

Cansada, marchita una piel que te grita ¡acaríciame que soy más tuya que mía! grito que se aniquila ante tu mirada que... dice mucho y desea y se controla.

Control ¿quieres controlar la magia?
Amor es magia, es sin sentido, es sin razón, es caminar hasta madurar la pasión y convertirlo en amor, en amor que es sabio, que contempla que razona y argumenta, que es compañía y es amistad que es lealtad y libertad, que son sueños con pasos sobre la tierra, es reconocer que el otro no es más ni menos perfecto que uno, amor... es todo aquello que no has querido experimentar...

¿Qué se puede hacer con alguien que apenas cree?
Son dos fuerzas; la que cree en desmesura y la que apenas cree, que en lugar de invitarse la una a la otra se tornan enemigas en un estira y afloja que no tiene un fin, que no vislumbra un final.

¿Luchar? de qué sirve luchar, eso me pregunto ahora ¿de qué me ha valido luchar, mantenerme en pie resistir a veces estoica y otras cobarde?

En mi no comprender, pensar y sentir demasiado he reclamado al universo gritando y con los ojos inundados ¿Por qué? ¿Para qué traer a ese ser mágico y especial a mi vida? ¿Para qué regalarme la historia más bonita de mi vida si se esfuma como espuma de mar que va y viene y no se queda? ¿Para qué darme esa historia si no puedo estar con ella?

Entendiendo la marea que sube y baja, sabiendo que vienes y vas y que en tu regresar querrás dormir en mis brazos, fundirte conmigo haciendo el amor, tener la certeza que cada vez que regresas, regresas igual pero diferente, con sueños cumplidos, segura, plena, realizada y no la fuerza que impone  un personaje diferente pero igual un personaje... al que tengo que aprender a conocer nuevamente.
Con miedo pero segura en mis pasos, con la certeza en mi corazón camino a tientas para acercarme con el corazón abierto para descubrir a una nueva persona.

De viros y reviros está escrita esta historia, de tierra firme como el fango, de sueños quebrados, de amores tempranos, de pasiones locas, de amores inmaduros, de ilusiones que se esfuman, de un yo que te quiere y a la vez quiere huir, alejarse, porque aunque siempre encuentra la manera de entender y acercarse, siempre le das un revés para que hable, para que grite, para que diga que no le parece y te lance verdades que queman como brazas, que cortan como puñales, que hieren.

Lo sé... yo digo cosas, tu haces cosas que duelen, que hieren y que por más que intentas no matan esto que siento, que no arrancan esto que siento y  sigo en la ambivalencia de una valentía que arriesga y una cobardía que teme no mirarte más, no escucharte más, no estar contigo más.

¿Cómo serme fiel si te sigo siendo fiel?
¿Cómo ser leal conmigo misma si es más mi lealtad contigo?
¿Cómo si ni siquiera estás aquí?


Guerrera

Eligió mil batallas mucho antes de enterarse que era una guerrera. En su cuerpo lleva cicatrices y todavía heridas frescas de cada vez que se batió cuerpo a cuerpo con eso llamado amor.

Levantó varias veces cada pedazo de su cuerpo, y como pudo lo acomodo, así, cada lágrima, cada tristeza, cada rencor los embonaba con cuidado nuevamente cada vez que la vida le regalaba una lección.

El dolor forjó su camino; la tristeza y la soledad fueron las direcciones de su corazón.

Era una guerrera, sin saberlo poseía la sabiduría de la vida, gran maestra que le enseñaba a golpes el buen uso de esa fuerza llamada amor.

Se dejó caer una y mil veces, hasta que entendió que el amor no era una batalla que debía ser ganada o conquistada, que era una magia que se elegía o no vivir.

Fue una guerrera de sus propias batalla, con el paso del tiempo comprendió que no era el amor lo que dañaba si no la concepción que cada uno tienen de él.

Así con el paso del tiempo, su madurez, sus cicatrices pronto la harían mirar la magia del amor como algo que se trae por naturaleza, rompió cada esquema que tenía de él toda idea preconcebida, toda ilusión y expectativa para dejarlo en puro amor.

Ese amor que es y deja crecer y volar y soñar ese amor que acompaña, que cuida pero no invade, ese amor que entiende que cada uno tiene una batalla consigo mismo y que hay que dejar que esa batalla se dé para encontrarse con un amor guerrero.

Gabriela Ruíz.