martes, 26 de abril de 2022

Lágrimas sin correr

Tengo un diluvio de lágrimas sin llorar.

Un corazón a medias que dice tu nombre entre la penumbra.

Una voz que dice ya no vuelvas y otra que te extraña a rabiar.

Tengo el deseo que todo hubiera pasado y que esto fuera tan fuerte para continuar.


Tengo lágrimas sin correr.

Un suspiro sin suspirar.

Una ilusión, que fue sólo eso, una ilusión.


Al menos se acabó la incertidumbre, la interminable incertidumbre que cada día me decía, hoy puede que sí.

Esperaré que las lágrimas decidan ser lloradas.

Que un día este corazón te deje de extrañar.


lunes, 11 de abril de 2022

Cuando te defiendes...

 De ciclos y períodos...

Cada vez que expreso mi sentir, cada vez que veo que no ves lo que siento, cada vez que haces nuevamente aquello que nuevamente me mueve de un lugar.

De ciclos y períodos...

Cada vez menos sé cómo estar, en apariencia todo parece estar bien, yo inmersa en la incertidumbre, acostumbrada y no a ella, me sumerjo nuevamente en ese ir y venir. 

Es como si fuera la amiga a fuerzas, como la pareja que está al pie del cañón en cada momento, esa persona familiar pero no íntima, íntima pero lejana. Como si fuera un monito que es útil. Como si fuera, pero no termino de ser alguien, con un lugar definido, me haces sentir como un ente que vaga en función a lo que piensas y sientes y no compartes.

De ciclos y períodos...

En que expreso, en que digo que me duele, y te defiendes, me reviras todas mis palabras, minimizas mi sentir, te liberas de la responsabilidad para colocarme una culpa más. Te defiendes y no entiendo que defiendes, ¿Qué quieres preservar? ¿Qué defiendes? ¿Por qué luchas?

Cuando te defiendes sin propuesta, cuando solo te defiendes como si te estuviera amenazando con una espada.

De ciclos y períodos...

Esto se repite, esto ya me cansó si es un juego, no juego más, te lo digo y me retiro, me limito a estar. Te defiendes pero ¿Qué defiendes? 

Es que no hay vuelta atrás, es que si lo tengo que decir, entonces ya no es natural, no es algo que nazca como a mi me nace, me nace estar, me nace decirte lo importante que eres para mí, me cansé de reprimir por no incomodar.

Me alejo y me vuelves a buscar, defendiendo ¿Qué defiendes? 

De ciclos y períodos...

Me cansé de tratar de interpretar, de traducir, de leer entre líneas por tu falta de claridad. Me cansé de la ambigüedad que supone tratarme según te sientas, según te de la gana... Me cansé de expresar, de solicitar, de pedir.

De darme cuenta que cada vez que expreso, solicito o me atrevo a necesitar de tu presencia, me he ganado tu ausencia y un par de culpas más.

Y solo te defiendes...

Y no sé qué defiendes...


martes, 22 de marzo de 2022

¿Love is in the air? -Lo que pudiera ser el principio del final deseado de cualquier comedia romántica.

 23 de diciembre del 2021, vísperas de Noche Buena, Navidad y todas esas festividades que sugieren amor y calor en el corazón, unión familiar y toda esa parafernalia romántica, sólo tres meses desde noviembre  (día de los muertos) hasta febrero (el día del amor y la amistad)  en los que la bendita mercadotecnia, el comercio remueven más las fibras consumistas que toda esa idea del amor.

Acudí a su casa, con la intención de apoyar a corregir los errores del pintor de brocha gorda que mal hizo su trabajo por una buena paga. Bajo la advertencia de no estoy de humor, asumí que mi trabajo, sería solamente eso, trabajar en compañía, un tanto de mi parte queriendo llenar el vacío que implicaba para mi no pasarlo con ella en esas fechas. Sí contradicciones humanas... Con esto queride lector deseo sacarte de la idea de  que todas las navidades las pasamos juntas, es más, respetable lector, cabe mencionar que entre ella y yo, hubo una historia que estaba por contarse de un modo y luego tomó otro camino, el caso es que caminamos no sé si en un mismo camino, pero no tomadas de la mano y sí, caminamos tomadas de la mano por caminos diferentes o bien ni tomadas de la mano ni caminando, es un poco enredoso. 

Podría prestarse a que el pequeño discurso expuesto un espacio arriba me exponga como una loca que no ha sabido soltar o una pobre mártir del amor que no ha sabido desatarse de las amarras, cualquiera de ambas será su muy valiosa y respetable percepción... Que conste que este relato no tiene otro afán que entretenerle y siendo muy ambiciosa, esperar que llegue a sus manos,  ya que muy cobardemente esta, su servidora, no ha podido compartirle esta pequeña escena de ese jueves 23 de diciembre de 2021, sin embargo, sé que también vivió una escena parecida por la naturaleza del suceso que con mucho gusto intento revestir de palabrería para que suene como si se hubiese escrito antaño.

Continuando con mi relato, ese 23 de diciembre me abstraía yo en el más minucioso de los menesteres que era encontrar huecos en los marcos de las ventanas que la brocha del pintor no alcanzó a cubrir de pintura marrón. En primera instancia mi labor se limitaba a encontrar y señalar con una cinta aquellos espacios que debían ser pintados posteriormente. Siendo yo una persona muy práctica, propuse, pintarlos con mis manos para no duplicar el trabajo, matábamos dos pájaros de un tiro, de tal manera que la tranquilidad regresara a ella y al menos hubiera una cosa menos por la que mortificarse de su gran y larga lista de pendientes que nunca terminan.

Tantos años de conocerla me han regalado la posibilidad de saber cada cosa que le molesta, le frustra y una de ellas es el trabajo mal hecho, la falta de precisión y el descuido. Así mismo el tiempo, esos y ires y venires me han mostrado aquello que le hace doler su corazón como las ausencias, el no sentirse en su lugar, le puede su familia. Supongo que en su vida ha tenido que ceder tanto a los demás que se convirtió un poco más selectiva con las personas y momentos, Es como si cada dolor en su corazón lo hiciera más chiquito o más duro, o es así como se escuda. A veces la veo sonreír por cualquier simpleza, en ocasiones se permite no hacer nada y termina haciendo incluso lo que no quiere. Es puro corazón, y ese corazón a veces es tan blando y suave como la mantequilla, frágil y otras tantas es duro y frío, como si temiera a esa fragilidad que es vivir sintiendo, como la rabia de amar, alegría.

A veces pienso que soy modelo más antiguo, amo a la antigua por así decirlo, siento a la antigua, o será ese aire de bohemia, me imagino echándome un buen trago con Cortázar o Sor Juna. Me fascinan tanto estos dos autores como el mismo William Shakespeare y aquellos versos casi prédicas del buen Cortés, siempre me ha gustado el reto que sugiere vivir lo que se lee, sentir lo que se lee y desde ahí poder entenderlo o simplemente interpretarlo. Lo nuevo ya es tan digerido que no hay misterio que escondan las palabras, nada que sentir porque ya no hay nada que interpretar. Quizás mi corazón de bohemia, la ama porque así pasa con ella, la siento, la vivo y ciertamente a veces no le entiendo, solo la siento, la siento triste y acerco mi hombro y una que otra palabra que sé no satisfará su necesidad de ese momento, tiene miedos y le lanzo una que otra palabra de aliento y unas porras que nuevamente sé que no satisfarán su necesidad de seguridad, sin querer tener una razón para amarla porque no la necesito, es esa vida que me da al sentirla, al vivirla.  Soy intensa cierto, una mujer que ya no anda con esas medias tintas, pero reconoce y acepta los grises. Soy apasionada, tan cursi y simple, sí, de esas que pueden hacer una cena especial y poner manteles largos o poner el despertador a cierta hora para desear un bonito día. Esa que sigue escribiendo cosas como estas... Amas como hombre me dijeron una vez, y no es que pretenda amar como el género masculino, amo como a mi se me da la gana y aprendo en el camino. 

En fin, estos pequeños paréntesis culturales que llegan a mi cabeza y buscan su cause, quizás para revestir y dar más fuerza a lo que estoy intentando compartir, con tan cuidada redacción para que te ubiques en la época que gustes y simplemente lo disfrutes.

Estaba ahí, embebida en mi quehacer, encontrando esos huecos en el marco de la ventana que la brocha del pintor no alcanzo a cubrir de pintura marrón, ahora ya no las señalaba con cinta adhesiva, simplifique el trabajo, así que encontraba el hueco y lo repintaba con la brocha remojada en el marrón. De vez en cuando ella y yo coincidíamos en algún punto de la casa, mientras su mamá al teléfono platicaba alegremente poniendo al corriente de los menesteres en los que estábamos inmiscuidas. ¿Qué si me pongo nerviosa cuando estoy con ella? Soy como un payaso en escena que puede derramarse la pintura, meter el pie en la pintura, caerse de la escalera, chocar contra la puerta y cualquier situación que se te ocurra en un circo. Así que sí, soy una nerviosa muy idiota, quizá sea esto un mecanismo de defensa para que mis idioteces se noten más que mis ojos de borrego a medio morir o se escuchen los latidos de mi corazón desbocado.

Cada quien estábamos en lo que nos correspondía, ella en la habitación principal limpiando los vidrios manchados por la pintura marrón que el pintor no tuvo cuidado de no embarrar, las gotas y demás manchas ocasionadas por la falta de precisión y de iniciativa por entregar un buen trabajo y que , dadas las circunstancias, ella tenía que arreglar para estar en paz y borrarlos de la lista de pendientes. Se le veía un poco estresada, claro, eran vísperas de noche buena y pronto sus días de vacación llegarían a su fin. Sonreíamos levemente al menos con los ojos debido a los cubrebocas. De vez en cuando me le acercaba para disipar algunas dudas. 

Yo me encontraba en la habitación más pegada a la puerta, en pocas palabras de extremo a extremo, ella afuera y yo por dentro. Su madre colgó el teléfono y la puerta se abrió dando paso al barullo de su sobrino muy querido y de su tía quien pronto encontró su lugar en la sala y se sentó a iniciar la larga charla que tendrían las hermanas, mientras el sobrino husmeaba en la casa para encontrarse con ella y saludarse afectuosamente y posteriormente toparse conmigo, para saludarnos alegremente e iniciar en sus ganas de niño algún juego que lo hiciera distraerse, así que comenzó charlando, a sus escasos, hoy casi ocho años, es un niño muy avispado, empezamos una conversación que hablaba de chacras, energía y otros tantos temas de los cuales también estoy empapada, conversación que no tardó en convertirse en una especie de juego, en el que, su argumento era ponernos en contra a ella y a mi para concluir el asunto en una batalla como las respectivas discípulas Samurai que éramos de él, conocía que ella lo fuera, pero hasta ese entonces desconocía que también lo era yo. Así que para lograr su cometido nos involucró en una especie de teléfono descompuesto en el que cada una expresaba alguna ofensa que provocara a la otra, lo cual desencadenaría la furia que necesitábamos para enfrentarnos en esa batalla que el gran Sensei quería que tuviéramos para así demostrarse lo bueno que era entrenando guerreras.

Entonces escuchaba sus pasos corriendo para llegar a donde yo estaba y decirme a voz de grito entre risas que yo tenía cara de brócoli, a lo cual yo respondía con una "ofensa" del mismo tamaño, regresando así un dile que ella tiene cara de espagueti, sus pasos corrían de una habitación a otra para decirnos lo que la una decía de la otra. Las cosas se pusieron un poco solemnes cuando él me hizo una pregunta un tanto extraña y ciertamente fuera de lugar, dado que estábamos en ese juego. 

Él: -¿Tú sabes por qué mi tía rechazó la semilla? A lo que un tanto confundida debido a la inflexión de su voz e intrigada por el mensaje que quería darme le pregunté. 

Yo: ¿A qué te refieres?

Él: Sí, ¿Por qué mi tía no quiso tener hijos?

Yo: Creo que es una pregunta que debes hacerle a ella.

Él: Pero...

Yo: No creo que se moleste, sólo ella puede resolver tu duda. 

Escuché sus pasos corriendo para encontrarse con ella, no escuché más, supongo que el tema se puso solemne y la solemnidad requiere de esa modulación en nuestra voz que viene de la profundidad de nuestro ser.

Después de unos minutos, escuché nuevamente sus pasos corriendo hacia donde yo estaba, cabe mencionar que ya había cambiado mi ubicación a una de las habitaciones de en medio en donde continuaba mis tareas, detecta huecos, rellena con pintura. Debo confesar que fue una labor relajante. Llegó a la puerta de esa recámara y agitado me dijo:

Él: Ella te ama, me dijo que te ama y le gustas.

Mis calzones se fueron al piso a la par que mi rostro cambiaba de colores, pude sentir el rojo, el azul, el verde y todos ellos cambiando en cuestión de millonésimas de segundo, mi corazón comenzó a latir como loquito, con un ritmo que hace mucho no sentía, mis piernas se doblaron, me sudaron las manos. Hice tres respiraciones profundas para decirme, esto, está sucediendo y no creo que no sea cierto, pero no creo que estas maneras de abordar un tema que ha quedado en puntos suspensivos por algunos años, sea la manera en que ella lo abordaría hoy. Tartamudeando alcancé a decirle:

Yo: Dile que tiene cara de pizza hawaiana.

Él: ¡Ella te ama! no le puedes decir eso, dile que también la amas y que te gusta.

Claro que desde hacía mucho quería expresarle esas palabras, claro que habría dado todo por hacerlo, pero no era el momento, aunque mi romántica cabeza, pensaba que podía ser el final de la escena de la película en la que la verdad sale a la luz y los dos protagonistas se expresan su amor y comienzan algo.

La realidad es que sí podría ser, pero la verdad es que no era así, ella no, no usaría a su sobrino para jugar estos juegos, era un tema delicado y no por mí, sino por su familia, estábamos en su casa, nuestra historia, no era conocida en su familia, salvo por una muy querida prima suya. Pero por todos los demás no. Eran las fantasías de un niño muy receptivo a la energía. Era algo así como los borrachos y los niños siempre dicen la verdad.

Después de todo ese discurso en mi cabeza, me sostuve.

Yo: Dile que tiene cara de pizza hawaiana.

Salió de la habitación un poco frustrado por el resultado de su intento. A lo  lejos la escuché repitiendo, el intento de ofensa que proferí en su contra. 

Ella: ¿En verdad te dijo que tenía cara de pizza hawaiana o lo cambiaste en el camino?

Él: ¡Sí ella me lo dijo!

Dejé de escuchar voces, me abandoné a mis pensamientos, con la cosquilla en la panza, la emoción en el corazón, una estúpida sonrisa en mi rostro y seguí pintando.

Sus pasos corriendo se detuvieron otra vez en la puerta de la habitación en la que afanosamente buscaba en los marcos esos huecos sin pintar. Gritó.

Él: Ella te ama, le gustas y quiere estar contigo.

Negar que no sentía nada sería mentir tremendamente, obviamente no dejaba de sentir la vida en esas palabras. Sin embargo no podía bajar la guardia y decirle un yo también, dile que la amo y he esperado este momento. Imaginaba, en mi fantasía, que ella irrumpiría en la habitación para decirme, es verdad te amo y me gustas. Como en las películas, pero no podía dejarme llevar por mis deseos aunque esta escena se estuviera presentando.

Yo: ¡Dile que tiene cara de espárrago!

Frustrado y molesto ante mi evasión, resoplaba y desesperado se negaba a mi respuesta y me aconsejaba que le dijera que yo también la amaba, que también sentía todo eso por ella. Un Óscar a la mejor actuación me gané.

Yo: ¡Dile que tiene cara de espárrago!

Él: Dile algo romántico, dile que la amas también y que quieres estar con ella, que te gusta.

Yo: ¡Dile que tiene cara de espárrago!

Me mordí la lengua, me sostuve en mi inocente insulto, intentaba escuchar lo que él le decía a ella sin éxito alguno. No sabía si en esa parte estaba sucediendo lo mismo. 

Regresó, ya sin ese diálogo, ahora él quería jugar, quería que ambas, ella y yo, tuviéramos una batalla cuerpo a cuerpo que demostrará quién era la mejor en el arte que nos enseñaba. Aún había trabajo que terminar, estaba llegando la hora de la cena. Se fueron por la cena, la mamá, la tía y la hermana, nos quedamos ella, él y yo. Evidentemente ya estaba un poco harto de no poder jugar, puesto que su compañera de juegos, ella estaba ocupada y la suplente, o sea yo, también.

Mi mente seguía con ese pensamiento, traté de indagar en su mirada para saber si había pasado por lo mismo y nada. No había manera de comentar lo sucedido, si bien hay la confianza no en aquello que sugiera compartir lo que siento. Jugamos a pelear, ganamos perdimos, ya ni sé.

Cenamos alegremente, luego, él y yo jugamos ajedrez mientras improvisábamos unas canciones, en ocasiones podía sentir la mirada de ella sobre mí, a veces, coincidía y la encontraba llena de ternura ante la escena de risas y juegos que él y yo estábamos viviendo...

Se fueron, me retuvieron mis anteojos extraviados en algún lugar de la casa, no los encontraba, repasé la casa, cada una de las habitaciones los lugares posibles en dónde los pude haber dejado y nada. Era como si el universo me estuviera dando tiempo extra. En mi fantasía despierta por ese niño, era eso, el tiempo que el universo me estaba dando para preguntar o decir yo también o no sé cualquier cosa.

No lo tomé, estuve a punto de irme sin mis anteojos, no los necesito mucho, más bien son esa especie de antifaz para ocultar mi mirada de borrego a medio morir e intentar no ser descubierta. Hay cosas que por más que se quieren decir, no encuentran su cause.

No sé si el cause era el juego de dimes y diretes, jamás me habría imaginado que de un juego así pudiera decirse tanta verdad, jamás pensé que un niño pudiera ser tan receptivo... jamás.

Queride, estoy en la duda constante, no puedo mentir, aún no he tenido el valor para preguntar o comentar y la presente anécdota ha sido escrita de mil maneras, con la esperanza de encontrar el valor, el momento o qué se yo de podérsela entregar en sus manos, en el mejor de los casos podérsela narrar tal y como lo estoy haciendo ahora.

Me preguntó si Cortázar, Sor Juana o Shakespeare pasaron por algo similar ¿Qué consejo me daría Alberto Cortés? 


Saliendo del baúl

 Abriendo el baúl

Saliendo del baúl

De ese en el que me guardaste después de aquella conversación en la que implícitamente había un quizás después.

No, para mi no había baúl, había un tema archivado, en algún lugar cercano, que en algún momento se habría de hablar.

Perspectivas

Falta de claridad

Hoy soy de la familia y por ello ¿ya no me puedes amar? ¿de qué va el juego?

Del dicho al hecho hay mucho trecho dice el dicho. Soy especial e importante para ti y por ello soy de tu familia, me adoptaron, no sé si como una amiga, una hermana, una tía. Pero también tengo mi perspectiva, y más que ser adoptada como ese alguien en tu familia, me hubiese encantado que fuera por el amor que te tengo, y ser importante por el amor que soy por ti y para los tuyos. Ser como la hija, aunque fuera política, pero porque viene de ese amor que hay, que existe y que te he demostrado. Desde siempre he tenido claro mi papel. 

No me ofende, me encanta amo y amaré a tu familia, pero, claramente te dije, no quiero ser ni tu hermana ni la tía ni nadie, no me puedo traicionar a mi. Y si estoy aquí es porque te quiero. ¿De qué me vale ser tan especial como una hermana si lo que quiero es besarte y acariciarte?

Abriendo el baúl

Saliendo del baúl

Me encerraste y me encerré en ese baúl, como el mono del ventrílocuo  que se queda sin voz luego de una función. 

Me guardaste en el baúl y con ello me guardé yo, para no evidenciar lo que tanto te esmeras en ocultar.

Pensé que si salía yo y me mostraba en mi libertad, te llevaba de encuentro, me oculté en el baúl y con ello, no lo que soy pero, si parte de mí.

Abriendo el baúl

Saliendo del baúl

Me dices que ya tenías el tema guardado en el baúl, mientras yo, intentando cada vez más y más ser parte de tu vida, mientras yo estando en cada momento por alegre o duro que este fuera.

Dicen que hay dos cosas en el mundo que no se pueden ocultar: el amor y el dinero.

Cada paso que daba lo daba por amor, por amor a ti pensando en un quizás después.

Nunca me detuviste, aún y a pesar de que daba a manos llenas, mi tiempo, mi espacio para correr a ti esperando que pronto llegara ese sí tan anhelado para poder crear y soñar. A veces habían miradas, otras tantas detalles, planes, que para mi sugerían un sí.

Abriendo el baúl

Saliendo del baúl

Perspectivas

¿A quién le dan pan que llore? ¿la incondicional? es una farsa, eso de la incondicionalidad, es una máscara, que tengo descubierta y en conciencia. Damos lo que podemos, lo que somos y en lo profundo esperamos en respuesta algo similar. ¿Tiempo? ¿Presencia? ¿Atención? de ellos nunca te prive al, contrario.

Ni en la muerte de los míos, ni en las heridas de un asalto, ni en la soledad profunda obtuve alguno, al menos no así, no a manos llenas, siempre contados, la atención, la presencia y el tiempo, siempre con prisas, siempre al final cuando yo lo solicitaba teniendo que justificar que a veces me siento triste.

Abriendo el baúl

Saliendo del baúl

Pude haber salido del baúl antes quizás si me hubieras dicho basta, no es el camino, si al menos saliendo de tu ensimismamiento te hubieras detenido en mi mirada, esa que grita te amo en silencio.

Si me hubieras dicho que no, quizás, me dabas el regalo para decidir a conciencia el camino que debía elegir.

Abriendo el baúl

Saliendo del baúl

Sin arrepentimientos, todo lo que di lo di porque es lo que soy y no puedo menos. 

Abriendo el baúl

Para salir y liberar la voz, liberar al corazón, soñar y soltar asumiendo mi soledad.

Saliendo del baúl

Con el miedo, con el grito, con la alegría, con la tristeza que supone la certeza de que al menos contigo ya no hay camino.

Perspectivas.

Cerrando el baúl

Liberando mi voz y todo lo que soy.


jueves, 3 de marzo de 2022

Luego la lista del super...

¿Quién soy yo para ti?
¿Qué soy yo para ti?

Preguntas que regresan en un marzo cualquiera después de algunos años. 
Antes, luego de hacerlas retóricamente. 
Entonces comprendí que las preguntas eran para mí.

Desde el juego que sugiere el avanzar y crecer, intenté darles respuestas en mi hacer y sentir.
Sembré experiencias que coseché en otras tantas que me hicieron sentir nuevamente yo.

No sé si es el mes de marzo, mis resistencias o qué demonios, que nuevamente me asaltan estás preguntas.

¿Quién soy yo para ti?
¿Qué soy yo para ti?

Intento darles respuestas, desde mi ser y entraña, desde mi filosofía y lo que entiendo por razón.
Me habito, sin embargo, esas dudas no están satisfechas, me persiguen a lo largo de esta habitación en la que te pienso, ya no como antes y un poco sí, como antes. 
Ya no con el arrebato, que compromete la propia vulnerabilidad. 
No busco que me  des una identidad, quizás sí, estoy desde un suelo que no siento firme, y a la vez sí, desde unos pasos que siguen caminando en momentos confiados, en otros, sin conocer si hay camino.
Si el camino sigue o se convierte en abismo, abismo al que no sé si quiero saltar o quizás es que necesite hacerlo para acabar con esas preguntas que tú y solo tú puedes contestar. No para darme identidad, no para darme felicidad, no para otra cosa si no saber.

¿Quién soy yo para ti?
¿Qué soy yo para ti?
¿Qué papel represento en tu vida?

Mi personaje, desde mi historia, en momentos se siente dichoso y bendecido, en otras un tanto afligido, reprimido. Mi personaje se adapta a tu obra pero también siente y tiene sueños, piensa y tiene deseos, mi personajes mi ser quiere poder crear, dejar volar la imaginación para sorprenderme nuevamente de todo lo que hay afuera, quizás después de ese abismo que he evitado.

Mi ser quiere sentir libremente, repetir cuan importante eres para mi, repetir una y otra vez lo bello que es tu ser, lo lindo que se te ve ese suéter o lo mucho que me fascina ese lunar en tu mejilla casi abajito de tu ojo. Que me late el corazón cuando escucho tu voz o te veo mirarme y compartimos esas miradas, que a veces traduzco como el todo que necesito, no para vivir si no para saber que estoy en donde estás.
Mi personaje, ese de mi historia, quiere poder verte a los ojos libremente sin ocultar todo lo que siente, mi ser dentro de ese personaje se oculta, esconde la mirada, o esa sonrisa boba que surge de esos pequeños momentos de complicidad.

¿Quién soy yo para ti?
¿Qué soy yo para ti?

¿Quién eres tu para mí?
¿Qué eres tu para mi?

Eres la mujer, eres la alegría nublada de tristezas que se hace camino por más enrevesado que esté, vencida y bendecida, resurges con más fuerza cada vez, eres la libertad guardada en una especie de jaula repleta de marañas y sueños por cumplir, un corazón roto que teme sentir, amar. Eres la mujer inteligente, entera, integra, a la que cada día elijo amar.

Eres ese personaje que me da la paz con su sola presencia, me deja ser libre en mi diversión, pero reprime eso que va más allá del gesto de estar. Algo que sugiera algo más, más íntimo, más cercano, los sueños, el futuro, la vida que sigue. Eres ese personaje, al que me encanta ver, con quien anhelo estar, aún y que el momento no sea claro. Eres ese alguien que me recuerda un algo que hoy no comprendo y quizás lo tengo tan asumido que, lo desconozco. Me recuerdas un poco lo que soy, lo que fui quizás antes de aquí. Esa parte divinamente espiritual, esa parte humanamente, llena de sentires, pensares no necesariamente coherentes en muchas de las veces, de esta que soy hoy así, aquí...  con mis locuras y controversias, con mis ganas de cambiar el mundo.

¿Quién soy yo para ti?
¿Qué eres tu para mi?

Me detuve un momento antes de salir, estaba escribiendo mi lista del super y como si fuera nueva, me volvieron a asaltar estas preguntas, y no pude si no escribirlas así, aquí. Ojalá algún día tengan respuestas.
En esto del corazón, el amor y todas esas cosas no hay una respuesta acertada, o concreta, pero si posibilidades para crear... 

Saber si esto es recíproco desde tu muy personal percibir y vivir la vida, creo que sería una guía.
A veces emperifollo, revisto de dramatismo, la idea es hacer lindo el texto, arrebatado y loco, impreciso y que se sienta en la entraña.

Ahora sí, me voy a la tienda...